Habitación de Brunilda

[[No quería poner eso. Este foro es para todos lo públicos. No creo que se pueda poner todo.]]

[[Y no se puede, pero eso Bruni no lo sabe... Es broma. Se pasa y ya está.]]

[Me has hecho un lio]
-No tiene por qué. La parte importante es lo que te he descrito.

[[Olvídalo...]]
Sonreí.
- Muy bien. Hagamos el ritual.

Mostré mis colmillos largos.
-¿Estás segura?

Asentí con determinación.
- Sí - recogí mi cabello y lo aparté a un lado, dejando un hombro y el cuello desnudo.

La acerqué a mí y la abreacé. Acerqué mi boca a su cuello y la arañé suavemente con los colmillos. Luego, la mordí profundamente.

Absorbí su sangre poco a poco. Ahora le tocaría a ellas que me mordiera, pero si se echaba atrás el ritual se cortaria y no podríamos emparejarnos.

Una sensación de pánico - que no confesaría ni bajo tortura - empezó a inundarme cuando noté mis propios colmillos. Me los toqué con la lengua y luego miré el hombro de Wren. Acerqué mi boca y le besé suavemente, apenas rozándole.

Su sangre era dulce y caliente, con un toque salado. El instinto me obligaba a seguir bebiendo. Temia desangrarla, pero no podía parar. ''Muerdeme'' supliqué.

Hice una mueca.
- No puedo, Wren... No puedo...- sin poder creérmelo, empecé a llorar. Y me odié como nunca: por hacerle daño, por temer las represalias...

Abrí los ojos sorprendido.
''Maldita sea, Muerdeme!!'' intenté parar de morderla, pero era incapaz.

Sollocé más fuerte y le clavé los colmillos en el hombro. Mientras sorbía su sangre, era presa de unas fuertes convulsiones.

La abracé más fuertemente y terminamos el ritual. Dejé de morderla y me enderecé un poco. Brunilda sollozaba, es más, al gunas lágrimas caían a mi hombro. Se me rompió el corazón. Tal vez no había sido tan buena idea...

Le miré a los ojos. Intenté serenarme.
- Lo-lo sien-to...- sollocé.- Soy una blanda... ¡Odio llorar!- dije secándome las lágrimas con dureza.- No merezco ser una valkiria...- le miré a los ojos con tristeza.- Ni tu pareja...

Le acaricié la cara con dulzura.
-Perdóname...

Le miré con sorpresa. Al parpadear, más lágrimas rodaron por mis mejillas.
- ¿Qué...?

-Te he obligado a terminar el ritual. Perdóname. He sido muy brusco.

Sacudí la cabeza. Le cogí el rostro entre las manos.
- No, no me has obligado. Quería hacerlo, de verdad. Sólo que... He tenido miedo a las consecuencias... Y a que te hicieran daño.

-Nada me puede hacer daño, cielo, si estoy junto a ti.

Correspondí al beso.
-Mira, Brunilda. Si Odin me encerró aqui es por alguna razón. Y creo que és que él sabia que estabamos predestinados. Sino... ¿Que hace trayendome aqui si ni siquiera es de mi religion?

- Mm...- le acaricié el pelo rubio.- Quizás tengas razón. Pero entonces te castiga injustamente. Yo no puedo salir de aquí.

-Yo tampoco. Estamos igual.-sonreí.